viernes, 12 de junio de 2009

Fe motivada - Winder García (cuento)


-Quiero ser monja, papá-. Con esas palabras saludó mi
ex-novia a su padre aquella mañana.

La había conocido en el colegio cuando cursábamos el
bachillerato. Específicamente en la clase de física. No era la mejor,
pero por sus bellos ojos azules, aquel pelo lacio y su cuerpo,
se le podía perdonar cualquier desconocimiento...

Capitaneaba el grupo de porristas y era la más codiciada
por los chicos del plantel. Una prima en común nos presentó.
Confieso que no la sorprendí, pero como no era muy buena ni
en matemáticas ni en literatura, mi fuerte, utilicé esas deficiencias
a mi favor. Ahí empezó nuestra historia.

Al principio sólo me hablaba en la semana de exámenes.
En ese tiempo se mostraba muy cariñosa. Esto fue lo que la
perdió porque se enamoró de mí y aceptó ser mi novia. Antes
de conocerla era un perfecto desconocido en la escuela pero
después de mi noviazgo con ella, llegué a ser codiciado por las
chicas y envidiado por los varones.

Mi padre era un abogado famoso en la región y mi madre
la directora del colegio. Quizás esto influyera en que don
Armando me aceptara de novio para su hija y que confiara en
mí para salir con ella los fines de semana.

Ella me prometió que la noche de sus quince se entregaría
a mí. Esperé esta fecha con anhelo mientras en el colegio las
chicas me veían distinto y me coqueteaban y a veces hasta se
me brindaban.

Las demandas no me interesaban en lo absoluto. Poseía
a la chica más bella del colegio.

La visité dos días antes de la fiesta y le recordé la promesa.

-Te cumpliré-. Fueron sus frías e inspiradoras palabras.

Esa noche cené en su casa. Su padre me preguntó qué quería
con su hija.

-Lo mejor- le contesté.

A continuación pronunció un kilométrico discurso. Recuerdo
que dijo que su hija debía ser respetada, que ya no tendríamos la
libertad de antes, que habría un día para visitarla; y lo más importante,
que hablaríamos en la sala en presencia de la madre. Esas
palabras no me preocuparon en lo absoluto. Mi mente estaba
en la fiesta, quería irme a casa y acostarme para que durmiendo,
la noche terminara rápido.

Al día siguiente estaba enfermo. No pude asistir al colegio.
Tomé tres tipos de té y la fiebre no cedió. Mi amigo Iván fue a
visitarme al ver que falté a clases y le confesé que debía sanarme
para la fiesta.

-Lo que te enfermó fue esas ganas que tienes de majar con
Julia. - Esas palabras dieron en el clavo. Mi amigo tenía razón,
pero ni idea del remedio de sanarlo. A las 5:40 a.m., me sentía
mejor, pero aún no sano.

Fue un día de perro, pero a las cuatro de la tarde ya estaba
en pie.

-Necesitarás Viagra...

Quizá si le hubiese hecho caso la historia sería otra.

Llegué a casa de mis suegros aún un poco mareado. Mi novia
traía puesto un largo vestido blanco y era la reina del salón.
Para matar el tiempo, que sentía correr muy lento, me dedique
a tomar alcohol de forma casi olímpica lo que me hizo ver un
poco torpe cuando cumplí con el compromiso de bailar el vals
con la quinceañera.

Los invitados empezaron por fin a retirarse a la medianoche.
Cuando todos se habían marchado, mi novia salió a despedirme.
Vi en sus ojos el deseo de faltar a su promesa.

-Creo que hoy no podremos. . o eso entendí que escuchaba.
La sujeté, la besé, quise decirle que no podía faltar a su
palabra, que llevaba mucho tiempo esperando ese día, que yo
dependía de ella y esa noche. No fue necesario decir nada, con
el beso ella entendió. Dijo que entrara por la ventana a su cuarto.
Su prima me facilitó una botella de ron. Entré a la habitación,
me acosté en la cama con la botella en la mano. Era un fastidio
esperar. Me prometí que nunca esperaría a nadie y menos por
amor. Cuando ella entró la botella ya iba por la mitad. Se sentó
en el rincón. No podíamos hablar. Era su primera vez ¿Y cómo
empezar? Al acercarme su mojado rostro le dio un sabor más
agradable al beso. Por segunda vez en la noche mis besos hablaban
por mí. Ella se desnudó y se acostó, y en tono sugerente
me dijo, Hazlo.

Sin describir la torpeza que cometí al quitarme la ropa, me
lancé sobre ella.

-Despacio, por favor, despacio. -tal vez escuché eso.

-¿Y ya? -Eso sí lo escuché al terminar.

-Para eso me presionabas. Ésta era tu dichosa prueba de
amor.

No pude decirle nada. Me retiré.

Una semana después supe que se había ido a un convento.

De algo estoy seguro: fui la inspiración de que ella decidiera
ser santa.

8 comentarios:

  1. este cuento esta buenisimo, ya que la historia es inpresionante, me paso algo parecido .






    luis g(RD)

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  2. EL CUENTO ESTA BUENO, HABLA DE MUCHAS COSAS IMPORTANTE

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  3. ESTA BUENISIMO ,TIENES MUCHO TALENTO ,SIGUE ASI Y IRAS A LOS PREMIOS CASANDRA

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  4. esta buenisimo ese cuento me encanto bastante.es algo marabilloso que ella eligiera ese camino,me encanto ese final.

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  5. que orguyosa me siento de saber que en mi pais ahy persona con tanto talento tu si que bale te felicito me gusto muchisimo el cuento me gusto desde el perinsipio que dios deje cumplir tus deseo

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  6. muy buenas la historiaprimo k dios te siga bendiciendos y inpiracionseguir adelante felicidades

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  7. Muy buen cuento !me gustó muchisimo ,siga adelante amigo !

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  8. Muy buen cuento !me gustó muchisimo ,siga adelante amigo !

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