jueves, 11 de junio de 2009

El sueño del soldado - José Ignacio Frion (cuento)

Hundido en el interior de la trinchera, los pies inmersos en
el espeso barro, muerto de miedo, aterido y viendo el mundo a
través de su máscara de gas, en los campos de batalla de Europa
aquel duro invierno de 1916, el soldado soñaba con la paz y la
victoria, en un intento de olvidar la terrible situación que estaba
padeciendo, utilizándolo como una vía de escape y liberación
mental, imprescindibles para poder seguir resistiendo, lo único
real a lo que se podía aspirar en aquellos trágicos momentos.
Y su mente navegaba lejos, sin límites ni fronteras, pensando
que si ganaban la guerra y llegaba la paz, la llevaría a ver el mar,
que como él, nunca había visto, y la llenaría de estrellas de mar,
de veleros, de gaviotas y...
Un enorme estruendo le devolvió a la realidad, y de inmediato
una lluvia de metralla cayó a su lado, al tiempo que un
diabólico repicar de disparos y el estruendo de mil explosiones,
ensordecían el mundo.

Después, solamente la efímera calma.
Y el soldado volvió a soñar que soñaba, que si ganaban la
guerra y llegaba la paz, la llevaría al sur donde existía una lejana
y extraña tierra llamada España, de la que había oído hablar un
día, donde las naranjas y las cerezas inundan el paisaje, el sol
siempre brilla, el vino corre generoso por las gargantas y...
No pudo continuar, nuevamente los sonidos de la muerte
se hicieron amos de todo, y hubo gritos de dolor, y de miedo, y
juramentos, y trozos de carne humana por los suelos, y la sangre
manchando el lodo de las trincheras, y otra vez el siniestro
silencio.

***

Y los pensamientos volvieron a la mente de aquel soldado
que no quiso la guerra, que no quiso matar, ni morir, y siguió
soñando que si ganaban la guerra y llegaba la paz, engendrarían
nuevas vidas por el amor y para el amor, y los días serían de
felicidad, y el pan y la miel abundarían, los pájaros y las mariposas
volarían libres por los cielos, las ß ores cubrirían aquellos
campos de muerte y...

Pero la paz nunca llegó para aquel soldado, y no hubo barcos,
ni estrellas en ningún cielo ni mar, ni mariposas en otro sueño,
ni vino, ni miel, ni naranjas de lejanas tierras, y la única victoria
fue la de la muerte con su eterno y obsceno silencio.