lunes, 6 de abril de 2009

Declaración de los Jueves Literarios

No es que sobren las posaderas semidesnudas y los pechos
abiertos, o la música a decibeles jamás escuchados, tampoco
propugno la abolición de los motoconchos suicidas, pero es
determinante que surja una nueva propuesta para el equilibrio
natural de las cosas, y sobre todo para esta comunidad que
chapotea en el mar del caos y la destrucción (sin achacar tal
axioma a los seres y cosas anteriormente mencionados). Es
por tanto justo y necesario que en Sosúa exista un grupo de
locos que apuesten por las letras y el conocimiento en general.
Esta soberbia y valiente propuesta de estos hijos de Abraham,
en probar que existen al menos diez justos vivos en esta nueva
representación de Sodoma y Gomorra es, sin lugar a dudas,
una santa acometida que promete resultados, quizás no tan
convincentes como las armas de Dios, como aquella lluvia de
fuego y azufre que incineró por completo la antigua ciudad del
génesis y convirtió en estatua de sal a la esposa de Lot, pero
sí tan poderosa como una fuerza volcánica de la pluma y del
papel o en su defecto de un simple ordenador y Word. Estos
sonámbulos de las letras son en realidad excéntricos creyentes
de la selección natural de las especies, y aseguran fervientemente
que la supremacía del conocimiento Þ nalmente dominar
á sobre la ignorancia y la falta del saber. No parecen tan ilusos
cuando se les ve debatiéndose entre las garras de la barbarie y
el oscurantismo, cuando se reúnen cada noche de cada jueves,
decididos a defender sus ideas en el propio terreno enemigo,
haciendo frente a sus propios demonios, luchando contra las
mil y una tentaciones que les rodean, contra el implacable bombardeo
de esos que intentan hundirlos en los mares del deseo y la perdición. Estos caballeros sentados no tienen ojos para las posaderas semidesnudas y los pechos abiertos, tampoco tienen
oídos para las estentóreas ráfagas de la música caníbal y mucho
menos, (aunque no por estar al Þ nal de este argumento tienen
menos importancia) mucho menos para aquel solapado pero
invasivo ataque letal del motoconcho, asesino de tímpanos. A
altas horas de la noche, justo en medio del caos, estos eunucos
del mundanismo tienen todos sus sentidos y su fe puestas en
la literatura, la ciencia, la razón, el arte y por supuesto la humanidad;
no hay forma de corromperlos, su mente y su cuerpo
son santuarios incapaces de ser violados por las hordas de la
incultura.

No es humana la lucha, a juzgar por sus rostros mutados
por el dolor y la fatiga. Pero cuando sus ánimas alcanzan el
cénit y vuelan libres sobre la inmundicia y la mediocridad hacia
el paraíso del conocimiento, es entonces cuando se produce la
transformación y pueden verse gigantes siluetas de héroes épicos
con armaduras a rayas, diezmando con sus armas letrales
a la vasta legión de orcos iletrados prosélitos de la ignorancia
y la insensatez.

Por eso digo, es justo y necesario, en verdad es justo y necesario
que hayan surgido jóvenes aguerridos como estos locos
inadaptados, que aparentemente pasan desapercibidos en medio
de la pecaminosa vorágine secular de este pueblo, pero que
en realidad apuestan con sus vidas por la cultura, por la instituci
ón del saber y no por la prostitución del mismo; que apuestan
por un pueblo limpio y sano como su océano, que apuestan
por Sosúa y no por un nuevo Sodoma y Gomorra.